viernes, 21 de agosto de 2009



En mi búsqueda personal del conocimiento de las leyes cósmicas leía, mejor dicho, devoraba libros sobre esoterismo, filosofía y religiones comparadas, pero a veces me topaba con temas que en ese entonces no eran tan claros para mí, sobre todo en los libros de Teosofía, máxime que habían términos en sánscrito que no eran explicados ni traducidos.

Por causas de buen karma y como "quien busca, encuentra", una amiga me invitó una vez a un centro cultural para un festival de postres, pero lo que no me había dicho era que se trataba de la conocida Asociación Cultural Internacional Nueva Acrópolis, y allí, con mucho deleite no sólo se sació mi natural inclinación por los dulces sino también mi apetito por esas lecturas tan interesantes que cautivaban mi espíritu. Fue así que ya conociendo un poco de qué se trataba esa Asociación participé en un concurso de un programa radial que justo producía Nueva Acrópolis. Y... gané una beca por un año para su curso de Filosofía Esotérica. Lo que vino después ya es otra historia y me reservo el derecho de contarla. Pero sí recuerdo con mucho cariño mi primera clase, dictada por una muy formal, seria, dispuesta y generosa Yilda Córdoba; pues resultó sumamente esclarecedora la clase y fue como la lamparita que alumbró todo ese conocimiento profuso, pero muy poco organizado y de forma difusa que tenía sobre estos asuntos esotéricos.

Valgan verdades y "al César lo que es de él", vayan mis respetos para Nueva Acrópolis en cuanto a lo Escolástico, su sistema de enseñanza es muy didáctico y ahora en este post, me gustaría compartir aquella primera lección de Metafísica contigo.

Rige en el Universo una Ley de los Septenios. La naturaleza de lo manifestado por ejemplo, se renueva cada 7 años. Podemos encontrar, por supuesto, los 7 días de la semana, las 7 notas musicales básicas, los 7 colores fundamentales, "la crisis del séptimo año", etc. Y así como el Cosmos se rige en 7, así pues el Hombre también, esto nos los enseñaron los antiguos egipcios.

Aprendí que el Hombre tiene 7 cuerpos a saber: Etero-físico (lo más concreto); Energético o Pránico (nuestra energía vital, que circula esencialmente en la sangre); Emocional o Astral (pues somos susceptibles, por Ley de Correspondencia, a las influencias cósmicas de los astros. La influencia de la Luna sobre las emociones es un claro ejemplo); Mental Inferior o Kama Manas (Kama=Deseo, Manas=Mente; cuerpo donde se concentran nuestras pasiones, nuestro lado racional y lógico); Mental Superior o Manas (cuerpo de nuestra mente desposeída de todo egoísmo, es la sede de nuestros altos ideales y de nuestros sentimientos y pensamientos más puros); Intuicional o Budhi (el cuerpo de la verdadera inteligencia, aquella que nos hace discernir lo bueno de lo malo, es el cuerpo que nos conecta con la Sabiduría Eterna e Infinita); Voluntad o Atmá (Atmá significa Alma, es la Mónada de los teósofos, la indisoluble, la que no le alcanza la muerte, nuestro auténtico y verdadero Yo).

Los cuatro primeros Planos del Ser (o los cuatro últimos, mejor dicho) son los más concretos y son los que todavía nuestra conciencia actual se mueve con familiaridad, empero, son los que más dificultan nuestro ascenso espiritual, pues al ser densos, llaman nuestra atención con sus constantes demandas. Pertenecen al "mundo sensible" que hablaba Platón. Están inmersos en "el mundo", como dirían en el ámbito cristiano. Los otros tres no tienen forma y es a los que aspiramos que gobiernen nuestras vidas.

Por supuesto que existen sub-cuerpos y muchas más cosas para contar, pero eso seguramente será motivo de otro post.
Namasté